La Responsabilidad social de las empresas no lleva un camino muy halagüeño en nuestro país. La mayor parte de las compañías han optado por acciones sociales más encaminadas al marketing antes que por una forma de actuar integral que involucre a la empresa en su conjunto. No es raro observar multinacionales que hacen donativos a ONGs o incluso han creado un departamento destinado a la colaboración social con países del Tercer Mundo mientras incumplen la legislación laboral y ambiental de las zonas en las que producen. Además es llamativa la falta de implicación de las pymes, salvo aquellas que desarrollan su actividad en el sector de la economía social.
Quizás sea necesario un cambio cultural y educacional muy profundo en todos los ámbitos. Hace falta un manera de convencer a las personas de la necesidad de ejercer una ciudadanía responsable para que sean los que componen las organizaciones quienes se crean la necesidad de colaborar en la creación de un mundo más justo y más amable. Entre tanto los proyectos de RSC se siguen dedicando al cumplimiento documental, el lavado de cara, igual que pasó con la PRL o la implantación de sistemas de calidad.
Es interesante la reflexión de Jáuregui en el siguiente artículo.
Quizás un país no cambiará en su forma de hacer las cosas en tanto aquellos que ostentan cargos de responsabilidad en empresas e instituciones públicas no prediquen con el ejemplo, pero la responsabilidad es de todos.